miércoles, 20 de noviembre de 2013

EL ESPEJO DORMIDO de Daniel Padilla Serrato




 Por Nana Rodríguez Romero

Entrar en los espejos de  Daniel Padilla Serrato, es bucear en un magma primigenio en donde se cocinan los atributos del ser, la soledad y el sueño, a través de la palabra poética que indaga por la condición mortal y efímera, desde la superficie y el fondo del reflejo.


La poesía de  Daniel Padilla  es una casa poblada de espejos. Al entrar, es necesario llevar una linterna potente para  develar los misterios de la existencia, al ser que define en forma maravillosa como un milagro del tiempo, resonancias heideggerianas que van y vienen en los 27 poemas que componen el libro.


Las infinitas caras de los espejos que  se advierten en esta poética, contienen las preguntas que exploran la identidad reflejada en el agua, en los mitos,  en el cristal o en el sueño, o en ese espejo de arcilla que es la humanidad entera, donde nos podemos mirar unos a otros y hallar nieblas o luces, cadenas atávicas o sombras,  ondas dispersas hacia las orillas, cuando Narciso toca el agua y se encuentra con el reflejo de la nada.


También se halla en algunos fragmentos, el estilo aforístico, como una cápsula llena de nutrientes para interpretar:  Errar en lo que somos lo debemos a la conjugación de todos los destinos. Está bien que así sea, pues tenemos por coronas mil espadas pendulando. Vasos comunicantes entre la filosofía y la poesía: Un espejo vaga dormido en las ruinas del tiempo.


Si nos atenemos al concepto clásico de poesía como un develamiento del misterio, en las imágenes de El espejo dormido, asistimos al hallazgo de la poesía palpitante , con el vértigo que produce la contemplación o el descubrimiento del ser individual mirándose en un abismo,  soñarse, o soñar que otros lo sueñen, ¿o quizá despertarse?;  alusiones que también Octavio Paz intuye en su bello poema Piedra de sol


No es común encontrarse con un libro de poesía en el que se conjugan la emoción y el pensamiento, la música y la belleza, el asombro en varios de los poemas, en momentos en los que se podría decir, asistimos a la banalización de la poesía.




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